
La Vida de Maria Montessori
Por: M. Cristina Matos.
María Montessori nació en Chiaravalle, en Italia, el 31 de agosto de 1870, en el seno de una familia burguesa católica. Desde su más tierna edad, demuestra ser una niña extrovertida y vivaz con una fuerte personalidad que choca rápidamente con las normas de su colegio. Se apasiona por el teatro que le augura un futuro brillante, sin embargo, decide abandonarlo repentinamente, convencida de que tiene que seguir estudiando. Para su corta edad, desarrolla un gran interés por la religión y cree en las señales, lo cual la llevará a tomar decisiones de manera impulsiva varias veces a lo largo de su vida, siguiendo siempre su instinto e intuición.
María es una mujer con un genio y un talento extraordinarios, tiene unas ideas muy adelantadas para su época y tiene que luchar para sacar adelante sus estudios en una sociedad donde las pocas mujeres que estudiaban lo hacían para mejorar su cultura general antes de casarse, o, a lo sumo, para dedicarse a la enseñanza. Pero ella se impone y empieza a mejorar notablemente sus notas a partir de la adolescencia. Se convierte también en una fervorosa militante feminista y no duda en presentarse ante altos cargos del género masculino para hacerse oír y conseguir sus objetivos.
Se propone estudiar Ingeniería, pero opta finalmente por la Medicina y es licenciada en julio de 1896 por la Universidad de Roma, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres licenciadas en Medicina en esa época. También estudió Antropología, Filosofía, Psicología en una continua búsqueda científica para conocer los secretos de la Infancia.
Por aquella época conoce al que será el gran amor de su vida y el padre de su único hijo, Giuseppe Montesano, un joven médico que proviene de una familia rica de origen judío. Giuseppe y María trabajan juntos durante unos años, mientras el hijo de ambos, Mario, es enviado a una nodriza que se encargará de su educación hasta que el niño se convierte en un joven adulto. Siguiendo los consejos de su madre, María ocultó la existencia de ese hijo para poder dedicarse plenamente a su carrera profesional. Por lo tanto, el niño creció lejos de ella y ella vivió con ese dolor, aunque le visitaba, le hacía regalos y le observaba de lejos cuando jugaba en el patio del colegio, siempre con su fe inquebrantable, convencida de que tanto sacrificio daría sus frutos en el futuro y que merecería la pena.
En 1898, Giuseppe es nombrado jefe de servicio en el manicomio de Roma. María le acompaña en las primeras visitas de reconocimiento y descubre horrorizada las pésimas condiciones en que viven allí encerrados los niños llamados “oligofrénicos”, es decir, niños cuya inteligencia no se ha desarrollado con normalidad y que tienen una deficiencia cognitiva grave. En realidad, el manicomio abarca un amplio abanico de deficiencias, ya que incluye también la ceguera, la mudez, la epilepsia, el autismo o incluso demencia por malnutrición. Al ser considerados incurables, viven allí encerrados de por vida sin ninguna esperanza de un futuro mejor.
Desde ese momento, María desarrollará un fuerte compromiso social que la llevará a considerar a los niños de una manera muy diferente. Empieza a estudiar pedagogía y descubre los trabajos de Pestalozzi, famoso pedagogo suizo que hace énfasis en la preparación del maestro, en un cambio en su persona y en el amor por su trabajo y por los niños. Descubre sobre todo los trabajos de Édouard Séguin, un pedagogo francés que medio siglo antes había inventado un método de educación especial que había dado unos resultados sorprendentes. Séguin se convertirá en su principal referente y María se basará en su material didáctico para elaborar su propio método. Al igual que ella, Séguin, a través de su obra, pretendía reformar por completo la enseñanza y la educación.
En el Congreso Pedagógico de Turín de 1898, María Montessori presenta los trabajos y la propuesta de Séguin. Ella quiere que se apliquen en Italia, porque está convencida de que el problema de los niños oligofrénicos tiene más que ver con la pedagogía que con la medicina.
Su método, ya mundialmente conocido como el “método Montessori”, parte de la premisa de que los niños son sus propios maestros, que se construyen a sí mismos extrayendo los elementos del ambiente en el que se encuentran, que solo necesitan libertad de movimientos y variedad de opciones entre las cuales escoger.
La esencia de los trabajos consiste en anteponer la observación y el estudio del niño a las ideas del profesor, en trabajar los sentidos para llegar después al florecimiento de las ideas. Los materiales didácticos elaborados están ideados para captar la curiosidad del niño y guiarlo por el deseo de aprender. Pueden ser utilizados de manera individual o en grupos y abarcan los valores: funcional, experimental, de estructuración y de relación. Asimismo, todas las tareas son autocorrectivas, es decir que si son completadas de manera incorrecta el niño se da cuenta por sí mismo. Se trata de que ellos solos encuentren las soluciones a sus problemas sin que les sean impuestas desde fuera.
Un día se queda asombrada ante la respuesta de un niño a quien le habían preguntado quién le había enseñado una cosa, cuando dice: “¿Quién me ha enseñado? Nadie me ha enseñado. He aprendido.” Ella condenaba la posición de superioridad del maestro que juzga y castiga sin respetar al niño. El verdadero educador debe observar al niño, caminar junto a él y aprender de él con respeto y cariño.
A partir de este momento, María se está dando a conocer y sus ideales empiezan a viajar y a llamar la atención. En 1899, crea una asociación para recaudar fondos para las escuelas especiales y gana un premio por su trabajo en los hospitales, pero ella vuelca toda su energía en la educación especial; se obsesiona con los niños del manicomio, reivindica la observación directa del niño, quiere cambiar el sistema existente basado en conceptos erróneos.
Su propuesta va de la educación muscular pasando por la intelectual y, por último, la educación moral. Sus ideales son demasiado progresistas y se enfrenta continuamente a las normas conservadoras. Ella declara que: “hacer que el niño se sienta amado y animarlo a amar a su vez es el objetivo de nuestra enseñanza, igual que ha sido su comienzo.” Desde su punto de vista, los niños pobres no atraen la simpatía de sus profesores, por lo que son ignorados y, por lo tanto, carecen de cualquier tipo de estímulo.
En el año 1900 inaugura la Scuola Magistrale Ortofrenica cuyo funcionamiento está basado en el voluntariado. Al finalizar el primer año, los niños muestran lo que han aprendido con unos resultados absolutamente sorprendentes, igualando los resultados escolares de los otros niños. Todo el mundo se queda estupefacto cuando algunos alumnos incluso superan el examen en la escuela pública. Las ideas revolucionarias de María llaman la atención, aunque pocos quieren escucharla verdaderamente. Giuseppe la tranquiliza: “Tienes que tomar nota de lo posible (…), las semillas siempre dan fruto”.
Rápidamente María decide aplicar las enseñanzas de Séguin a los niños normales también, para ver cómo reaccionan y el 6 de enero de 1907 inaugura la primera Casa de los Niños que en pocos años se implantará en el mundo entero.
Séguin solo trabajó con niños oligofrénicos, sin embargo, María trabajará también con niños normales que trabajan solos y no necesitan una asistencia constante, lo cual llevará a la Doctora a dar un paso muy grande en el ámbito de la mente infantil.
Paralelamente, en 1904, el Istituto Romano di Beni Stabili había sido creado para sanear el barrio de San Lorenzo, uno de los barrios más pobres de Roma. Su director, Eduardo Tálamo le pide a María que se encargue de gestionar el proyecto de crear un sistema de parvularios en el barrio. Ella siente que para cambiar el mundo hay que empezar desde abajo y acepta, aunque eso suponga dejar de lado su carrera académica.
Estos son solo unos ejemplos de las numerosas empresas, proyectos y proezas llevadas a cabo por esta mujer tan excepcional. Multifuncional e incansable, su método se da a conocer en los Estados Unidos, en Europa y hasta en la India. De carácter fuerte, no se dejaba impresionar y luchaba para que los materiales, los cursos, las formaciones por todo el mundo se llevaran a cabo como ella quería. Viajó por todo el mundo para impartir ella misma los cursos, dar conferencias y explicar en primera persona su propuesta. Siempre estuvo con la preocupación constante de que se mantuviera la esencia de su metodología y estuvo siempre en alerta frente a los depredadores que solo se fijaban en la fuente de ingresos que ella representaba.
Nunca se casó, pero el 1 de febrero de 1913, unas semanas tras el fallecimiento de su madre, María recupera a su hijo amado que siempre la había estado esperando y a partir de ese momento, Mario compartirá con ella experiencias y viajes y se convertirá en su mano derecha hasta el final de sus días. Asimismo, siempre estuvo rodeada de fieles admiradoras y alumnas, discípulas que lo dejaron todo por ella y que eran las pocas personas en quien María confiaba y delegaba su trabajo.
Cuando Mussolini entra en la escena política en 1922, María empieza a frecuentarle para convencerle de implantar su método pedagógico en las escuelas del país. Después de varios años, cuando comprende que el dictador solo quiere aprovecharse de su fama para convertir las escuelas en pequeñas fábricas de pequeños fascistas, disciplinados y obedientes, rompe toda relación con él y empieza su exilio en el extranjero. María ya tiene algo más de 50 años, sin embargo, la experiencia bélica la incita a seguir profundizando sus estudios en los temas educativos, convencida de que la educación es el único camino para construir la paz.
María Montessori fue nominada al premio Nobel de la Paz hasta en tres ocasiones, pero nunca lo consiguió, probablemente debido a su pasado con el fascismo.
Vivió muchos años en España (Barcelona), en Holanda y en la India y solo regresó a Italia en 1947 donde fue recibida con honores y siguió trabajando en la reorganización de las escuelas de su país.
Falleció el 6 de mayo de 1952 con 82 años cuando planeaba viajar con su hijo a Ghana donde la reclamaban para enseñar su método.
Hoy en día, el método Montessori sigue siendo mundialmente conocido, aunque es difícil saber si se aplica verdaderamente la metodología original diseñada por María Montessori y cabe preguntarse también si cada vez que se inaugura una nueva escuela, mantiene las puertas abiertas para todos, incluso para niños con pocos recursos como lo hizo ella con tanto amor durante su vida entera.
Bibliografía:
De Stefano, Cristina. (2020). El niño es el maestro Vida de María Montessori (Lumen).
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografía de Maria Montessori». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montessori.htm [fecha de acceso: 1 de febrero de 2021].
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Hernández Velasco, Irene. (2020). Método Montessori: la paradójica vida de Maria Montessori, la creadora de un método educativo para niños desfavorecidos que terminó convertido en un sistema para ricos. En BBC News. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-53949706