Marcus De Mario

Rio de Janeiro – Brasil


Para acercarnos a la educación espírita, primero hay que entender qué es la educación, ya que hay mucha confusión al respecto; se toma, en ocasiones, la enseñanza como si fuese lo mismo que la educación, cuando en realidad la enseñanza pertenece a la educación, pero no se confunde con ella.
Educar y enseñar son cosas diferentes, aunque ambas forman parte de la pedagogía, que es, en definitiva, la ciencia de la educación, es decir, el conjunto de los estudios y conocimientos sobre la educación y su praxis.

 

La educación es el desarrollo armónico y equilibrado de todas las potencialidades del ser humano, abarcando las áreas cognitiva y afectiva. A través de esta definición, que tomamos prestada del gran educador Pestalozzi (1746-1827), pronto nos dimos cuenta de que la adquisición de conocimientos no es suficiente, ya que desarrollar el área cognitiva va más allá de acumular conceptos; también es necesario saber pensar, saber discernir sobre el bien y el mal, hacer el mejor uso de esos conocimientos tanto para sí, como para los otros. Y aunque esto esté siendo propiciado por la familia y la escuela, mediante la actuación de los padres y maestros, aún así, no tendremos una verdadera educación, pues faltará el desarrollo afectivo, es decir, el desarrollo de las virtudes, de los sentimientos, de la sensibilidad y espiritualidad del ser humano.

 

Ahora que sabemos qué es la educación, debemos, antes de hablar de educación espírita, entender qué es el Espiritismo, doctrina surgida en 1857, con el lanzamiento de la obra: El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec.

El Espiritismo es una doctrina, es decir, un conjunto de principios, que engloba la filosofía, la ciencia y la religión. La mediumnidad, con la comunicación de los espíritus, es parte del Espiritismo, pero no es Espiritismo, no se puede confundir una cosa con la otra. Son principios básicos del Espiritismo, la existencia de Dios como Padre y Creador; la inmortalidad del alma con la vida futura; la comunicabilidad entre la vida espiritual y la vida material, de los desencarnados con los encarnados; la ley de la evolución, con la reencarnación y el destino hacia la perfección de todas las criaturas.

 

Todos los seres humanos somos almas (espíritus) inmortales, encontrándonos a veces encarnados, a veces desencarnados; realizando nuestra evolución a través de múltiples existencias (reencarnaciones). Esta visión amplia y profunda del Espiritismo, responde a las preguntas: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿qué hacemos aquí y hacia dónde vamos?, y tiene profundas implicaciones pedagógicas, por tanto, educativas.

 

Podemos ahora abordar la educación espírita, como aquella que tiene en cuenta la inmortalidad del ser, su vida futura y las conquistas ya realizadas en existencias anteriores.

 

Allan Kardec nos ofrece en El Libro de los Espíritus, específicamente en el comentario a la pregunta 685A, una perfecta explicación sobre la educación espírita:

 

  1. Arte de formar los caracteres.
  2. Conjunto de hábitos adquiridos

 

 

En el primer ítem entendemos el desarrollo del sentido moral, el carácter del espíritu inmortal. En el segundo ítem, tenemos la práctica de la teoría, es decir, la formación del carácter, teniendo como consecuencia una vivencia ética y solidaria, de bienestar y fraternidad.

        

Y Kardec ratifica: El entendimiento es sobre la educación moral, que hoy en día recibe otras etiquetas: educación en valores humanos, educación en virtudes, educación en ética, etc., pero siempre significando la formación integral del ser que es, a su vez, igualmente integral: inteligencia y sentimiento.

 

Sin embargo, el Espiritismo, teniendo en cuenta el ser inmortal reencarnado, trasciende la mirada meramente materialista, biológica, introduciendo en la educación las ideas innatas y las tendencias de carácter que el ser humano trae de los aprendizajes realizados en existencias pasadas, motivo por el cual, considera que la educación debe corregir las malas tendencias, estimar las inclinaciones intelectuales del niño y preparar al espíritu, no solo para la vida terrena, sino también para la vida futura, ya que la muerte no existe.

 

Es en este punto que el Espiritismo añade otro elemento en su visión sobre la educación: la enseñanza moral de Jesús y sus consecuencias, como imprescindibles para generar felicidad y paz de conciencia, mostrando que la humanidad solo puede mejorar moralmente de acuerdo con el desarrollo moral de los individuos.

        

Aplicar la educación espírita en la familia y en la escuela es llevar a cabo una gran transformación tanto en la comprensión como en la práctica educativa. El niño es visto como un espíritu reencarnado dotado de un bagaje intelectual y afectivo. La vida llega a entenderse como la intersección de dos dimensiones: espiritual y material. La educación comienza a ser aprendida en su totalidad formativa y no solo en su parte informativa.

 

El Espiritismo es una doctrina de educación del ser inmortal e integral destinado a la perfección intelectual y moral, por tanto, su visión sobre la educación es una visión evolucionista del ser y de la vida, considerando que ésta continúa después de la muerte y se extiende por todo el universo.

        

En el estado evolutivo en el que nos encontramos, estamos necesitados principalmente, de recibir por la educación, generosas cargas de amor, que es su principal pilar; para sensibilizarnos y dar un salto en el desarrollo del área afectiva, consiguiendo paulatinamente direccionar la inteligencia hacia la realización del bien. Necesitamos de espiritualización, para trascender la efímera y fugaz existencia humana aquí en la Tierra. Con la educación espírita estudiada y aplicada, conseguiremos en menor tiempo atender a estas necesidades.

 

Hágase por la educación moral, en la realidad del espíritu inmortal, lo que se ha hecho por la educación intelectual, y tendremos equilibrio en el desarrollo de todos los seres humanos, estableciendo en breve tiempo la paz y la justicia, la ética y la solidaridad, la lucha eficaz contra el egoísmo, el orgullo y el materialismo.

        

Por todo ello, entendemos que la educación espírita es una herramienta de excelencia para la evolución del espíritu y de la humanidad.

        

Marcus De Mario es de Rio de Janeiro / RJ, donde coordina el Grupo Espírita Seara de Luz; mantiene el canal de Orientación Espírita en YouTube; es creador y director de Ibem Educa; conferenciante y escritor con más de 30 libros publicados, entre ellos: Visão Espírita da Educação; Educação com o Cristo; Jesus, o Maior Educador da Humanidade.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *