
Ana Tereza Camasmie
Brasil
Según Emmanuel, la familia consanguínea se constituye de “reflejos agradables o desagradables que el pasado nos devuelve”, para sanarnos a través de la convivencia, y así nos volvemos más libres con cada reencarnación que conquistamos. De esta manera, en cada nueva historia reencarnatoria que escribimos, habitaremos nuevos lugares para poder modificar nuestros puntos de vista y poder transformar desde este nuevo lugar nuestros comportamientos curando viejas heridas en nuestras almas, así como curar las que hemos abierto en el corazón de los demás. Si ayer fuimos el hijo rebelde, hoy habitamos el lugar del padre cuidadoso curando las heridas afectivas que hemos causado en la esperanza de los demás.
Bajo la égida de la misericordia divina se realizan muchas “cirugías psíquicas” cuando renacemos en las mismas familias, pero en posiciones diferentes, a fin de “sanar los engaños del amor” de las experiencias pretéritas. Ese fenómeno es denominado por Emmanuel de desvinculaciones necesarias, o sea, es preciso desprendernos de los vínculos enfermizos para poder evolucionar y para no agravar más las lesiones existentes.
La reencarnación se convierte en la estrategia terapéutica por excelencia, en la medida en que renacemos en los mismos grupos, pero en vínculos de carácter y función diferentes, aprendiendo a amar sanamente.
Un buen ejemplo consta en el libro “Nuestro Hogar”, en que la madre de André Luiz le esclarece al respecto de que en la próxima existencia se casaría nuevamente con su padre, y sus hijas serían las mujeres con las cuales su marido mantuvo relaciones extraconyugales, de modo que en el lugar paterno pueda ofrecerlas el respeto, cuidado y orientación que no fueron posibles antes. Y ella, probablemente una colaboradora cariñosa en esta familia, también podrá renovar la confianza perdida.

¹ Emmanuel, psicografia de F.C. Xavier. Pensamento e Vida, capítulo 12. RJ: FEB, 2006.
² Emmanuel, psicografia de F.C. Xavier. Vida e Sexo, capítulo 15. RJ:FEB, 1998.