La convivencia en familia, como en todo grupo de personas, es un gran desafío y, al mismo tiempo, una excelente oportunidad de ejercitar el amor indistintamente. 

El Espíritu, cuando reencarna, es insertado en el grupo familiar que le proporcionará las mejores oportunidades para evolucionar, atrayendo a sus entes queridos, así como aquellos con quien tiene dependencias emocionales mal solucionadas en el pasado. Las antipatías y simpatías en el ambiente familiar revelan la calidad de las relaciones que ocurrieran en el pasado, así como las particularidades que caracterizan las personalidades de cada uno en la presente encarnación. 


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