La Filosofía Espírita nos enseña la importancia del período de la infancia para la formación del Espíritu reencarnado, puesto que es, en este período, que la plasticidad cognitiva resulta mayor que la formación de la personalidad del niño como parte individual de la sociedad.

 

Ante los pequeñuelos

El niño es una edificación espiritual de los responsables por él.

 

No existe niño -ni uno sólo- que no solicite amor y auxilio, educación y entendimiento. 

 

Cada pequeñuelo, aunque sea, por lo general, un espíritu adulto, trae el cerebro extremadamente sensible por el hecho de estar recomenzando el trabajo de la reencarnación, tornándose, por eso mismo, un observador riguroso de todo lo que usted habla o hace.

 

La mente infantil nos dará de vuelta, en el futuro, todo aquello que le demos ahora.

 

Todo niño es un mundo espiritual en construcción o reconstrucción, solicitando material digno a fin de consolidarse.

 

Ayude a los niños de hoy a pensar con acierto dialogando con ellos, dentro de las normas del respeto y sinceridad que usted espera de los otros, con relación a usted.

 

El niño es un capítulo especial en el libro de su día a día

 

No intente transfigurar a sus hijitos en adornos, apasionadamente guardados, porque son ellos espíritus eternos, como nosotros, y llegará el día en que romperán, ante usted mismo, cualquier atadura de ilusión.

 

Si usted encuentra algún niño de maneras desapacibles o de formación inconveniente, no establezca censura, reconociendo que el servicio de reeducación de él, en esencia, pertenece a los padres o a los responsables y no a usted.

 

Si sufrió algún perjuicio en casa, por daños de pequeñuelos traviesos, olvídelo, reflexionando en el amor y en la consideración que usted debe a los adultos que responden por ellos.



André Luiz

Psicografía de Francisco Cândido Xavier

Libro Señal Verde – Cap. 14

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