
TESTIMONIO
Viviendo con Alguien con Depresión
Bernadete F. Leal
Me he despertado. Otro día empezaba y luego tendría que ir a trabajar. He mirado al lado. Le doy un beso en la mejilla deseando un buen día, pero no he tenido ninguna reacción. Estaba despierto. He visto su pecho en movimiento. “Gracias Señor, él está vivo,” he pensado.
Era eso toda las mañanas. No importaba las palabras de amor, o cariño, mi sonrisa, o una canción. No se movía. Pasaba todo el día en la cama, en una habitación oscura. A veces escuchaba un gemido casi sin vida, que intentaba descifrar por si era una palabra. ¿Estaría pidiendo ayuda? Era una lucha constante antes de salir a trabajar. Mi corazón latía rápido y preocupado, no sabía qué hacer. Tenía miedo de dejarlo solo. Desde que perdiera su trabajo, no era más el mismo.
Voy al salón, y de rodillas oro con fe, corren lágrimas de mis ojos. Leo un pasaje del Evangelio Según el Espiritismo y poco a poco me siento mejor. Me acuerdo de la frase de Chico, “Todas las cosas en la Tierra pasan, los días de dificultad pasarán.” Sí, seguramente pasarán, pero en aquel momento un segundo era una eternidad.
A veces miraba en sus ojos y veía su dolor, una mirada distante como si estuviera en una cueva oscura. Se encontraba en una cueva interna que yo no tenía acceso y no conseguía traer la luz, pese a mis esfuerzos. ¿Qué hacer entonces? Orar, orar y orar.
En el trabajo, suena el móvil.
-Dime?
-Hay una ambulancia en la puerta de su casa, dice el vecino.
-¿Qué ha pasado?
-No lo sé bien, pero le están llevando al hospital.
El corazón dispara casi saliendo por la boca. Corro al hospital, conduciendo rápido con millones de pensamientos en la cabeza.
Allí, le encuentro en una cama. Me acerco despacio intentando adivinar lo que ha pasado tocando levemente su mano. Una marca roja incrustada alrededor del cuello, entonces veo, y se me hace un nudo en la boca del estómago. Lo miro un poco asustada y con lágrimas en los ojos.
– Mi vida no tiene sentido, dice él un poco avergonzado y poco a poco empieza a relatar los detalles de su día que culminó con una cuerda atada al cuello.
Este fue uno de los momentos que he pasado con él por años. Fueron terapias, clínicas, internaciones, medicación que ayudaron, pases y mucha oración. Vivir con alguien que amas y sufre de depresión no es fácil. Es una constante donación de amor y sacrificio.
Fueron años de lucha en una pelea con la depresión: Quería entender la depresión, quería acabar con la depresión. Pero ella es tenaz, persistente.
Estaba agarrada a la persona que yo amaba. ¡Intenté echarla! “¡Vete, eres mala, aquí no hay lugar para ti!” Pero ella ignoraba mis órdenes y seguía agarrada firmemente. Tenía que ser lista y vigilar mis pensamientos, pues a veces ella quería abrazarme despacio, principalmente en los momentos de debilidad y que no tenía fuerza para ayudar.
“¿Cómo aguantas?” Muchos preguntaban.
Y siempre contestaba: “¡El Espiritismo, mis amigos, el Espiritismo!” Tenía consciencia de las causas del sufrimiento y desafíos de la vida y la seguridad de que no estaba sola. El conocimiento espírita me daba entendimiento y fuerza para seguir cada día.
Otros se quedaban sorprendidos cuando me veían sonriendo. “¿Cómo puedes sonreír cuando todo está en mano contraria?” Yo les decía: “¡Sufrimiento, sí, pero persona infeliz, no!”
Mensajes psicografiados llegaban a mí, dándome esperanza y coraje para no flaquear en la lucha, recordándome del crecimiento y la importancia de lo que estaba pasando.
En los momentos de desespero, oía en mi intimo una voz suave que me decía, “Calma, hija. Ten fe. Todo pasará.” Yo pensaba conmigo misma, “Pues sí Chico, podría ser peor. Por lo menos yo no tengo que lamer la herida en la pierna de nadie,” y sonreía acordándome de la historia de la vida de Chico, que leí tantas veces y que me reconfortaba.
Cuando me desahogaba, relatando los desafíos que vivía, algunos decían, “¡Ve amiga mia, dejale, vete lejos!” Pero la voz de los mentores espirituales decían: “¡Ve amiga mia, vete y ama!” Es tan fácil amar cuando todo es un mar de rosas. ¿Pero, y, en los momentos difíciles?
¿Todo ha pasado? Todavía no, pero ha pasado mucho y ha mejorado mucho. Tenemos que respetar el tiempo de Dios. Soy más fuerte y tengo más comprensión y compasión principalmente con aquellos que sufren de depresión. Aprendí a ser un ejemplo de esperanza y de alegría.
Por lo tanto, tú que estás leyendo esta historia y que vives con alguien con depresión, respira y cálmate. Ten fe e ora. Nuestro Padre no abandona a sus hijos. ¡Tenemos amigos en esta vida y en el plano espiritual! Y, sí, en su debido tiempo, todo pasará.
Entonces ama, y también AMESE, dedicando algunos momentos para ti, pues un vaso vacío no puede saciar la sed de nadie.
¡Jesús, las enseñanzas espíritas y el amor son bálsamos de agua cristalina que calma, consuela, da fuerzas y alivia el dolor!
¡Buena suerte y mucha paz!
Bernadete F. Leal, Master en Educación, es profesora en Califórnia, EUA. Ella colabora con difundir el Espiritismo en Estados Unidos hace más de 25 años con artículos, vídeos, palestras y workshops.