Ángeles Guillen y Cecilia Lobato
México

Hablar de suicidio nunca es sencillo, la familia, los amigos y seres queridos quedan destrozados, frecuentemente con eternas preguntas sobre las razones por las que se decidió terminar con la vida, la posible responsabilidad de alguien e incluso las culpas por no haberse dado cuenta a tiempo. Este escenario se vuelve aún más complejo y doloroso cuando nos referimos a un joven “con toda la vida por delante”, alguien que debería tener todas las ganas de vivir, con un futuro prometedor a la distancia, lo que hace todavía más difícil afrontar el doloroso hecho de la pérdida de un ser querido y la incomprensión de las razones por las que nuestro ser querido tomo dicha decisión.

 

A pesar de este difícil panorama, el aspecto más importante es enfatizar en la prevención del suicidio, especialmente en los adolescentes, ya que son un grupo de riesgo importante. Esto, por las condiciones sociales actuales, la presión de su grupo de pares, las redes sociales, los escenarios de violencia física y emocional del momento actual y las pruebas espirituales que se asumen durante la encarnación. De tal forma que, a través de la detección temprana de signos de alerta y de la integración de una vida espiritual, se pueda prevenir el suicidio, ayudando a encontrar el equilibrio entre la vida mundana y espiritual, dando sentido a las pruebas de esta encarnación y aprendiendo de la dificultad; lo que no solamente ayudara a que el adolescente salga fortalecido sino que le permitirá evolucionar en su camino espiritual.

 

Aflicciones en la vida presente

“Las vicisitudes de la vida son de dos especies, o si se quiere, tienen dos orígenes muy diferentes que conviene distinguir: unas tienen su causa en la vida presente y otras fuera de ella.” (El evangelio según el Espiritismo, cap. V, ítem 4.).

 

A través del enorme y valioso conocimiento de la doctrina espirita ha sido posible entender que cada una de las situaciones que vivimos durante nuestra encarnación ha sido planificada por nosotros mismos con la única finalidad de ayudarnos a crecer espiritualmente, de mostrarnos la enorme variedad de emociones y situaciones que nos permitirán convertirnos en seres con mayor conciencia y alinearnos con el amor. Sin embargo, las pruebas de la vida a veces parecen infranqueables, una pesadilla de la que no es posible salir, generando miedo, dolor, sensación de vacío, dejando de tener motivación, expectativas, esperanzas y, en el peor escenario, el único interés que se tiene es buscar escapar, a cualquier costo, siendo la muerte la única alternativa que parece existir para “dejar de sufrir”.

 

¿Pero qué pasa cuando el escenario no es tan agresivo? ¿Cuándo la vida “marcha” en calma, con pequeños obstáculos que son fácilmente manejables? En estos casos, la explicación que nos brinda la ley de la reencarnación es un aliado para comprender y abordar este tema, en la que  nos detalla que en encarnaciones previas nos hemos involucrado en “débitos” anteriores a la vida presente, o bien a consecuencias originadas en esta misma vida. De tal manera que el sufrimiento de los espíritus, en calidad de adolescentes o niños, son muchas veces producto de las vivencias de existencias anteriores.

 

La comprensión de la ley de la reencarnación nos motiva para no cruzarnos de brazos y dejar que las situaciones sigan el curso de la falta de madurez psicológica de estos espíritus en edades de desarrollo. Por el contrario, debemos poner todas las medidas y herramientas necesarias para apoyar a los adolescentes en las situaciones que más les afectan y en las que son más vulnerables, apoyando para que desarrollen un sentido introspectivo y de autocrítica basados en el amor propio y amor al prójimo, generando habilidades que los lleven a la resiliencia, la autoconfianza y la fe; elementos que sin duda serán pilares en cada prueba que se presente en la encarnación.

 

 ¿Qué puede motivar a un suicidio en la infancia o adolescencia?

Identificar cual es el detonante de la falta de ganas de vivir en una persona es muy complejo, ya que cada personalidad, circunstancia, condición social y económica son completamente diferentes en cada uno de los individuos. A pesar de ello existen autores que han hecho esfuerzos por intentar identificar factores “clave” que pueden detonar las ideas suicidas. Por ejemplo, el Dr. A Águila (2012) nos habla sobre la población infantil y el suicidio, donde el mayor porcentaje de niños con riesgo suicida se encontraron dos condiciones: “La primera, es que el mayor porcentaje de los niños tenía un alto nivel de fantasía y baja tolerancia a la frustración”, y agrega, “su percepción de la realidad nunca era constatada con lo que en verdad era real”, y añade, “actuaban en consecuencia con ideas o intentos suicidas para evitar algo más catastrófico para ellos.” Otros factores que nos comenta el autor son la impulsividad, la ambivalencia y la rigidez.

 

Paralelamente, existen situaciones de vital importancia al hablar del suicidio, se trata de los malos tratos, especialmente emocionales y psicológicos, por parte de los cuidadores primarios, es decir, padres, abuelos y familia cercana. En estos casos, los castigos excesivos, depositar responsabilidades excesivas para la edad del niño o adolescente, aislamiento, descalificación, así como un clima de violencia cotidiana entre los padres resultan ser un factor de riesgo para propiciar ideas suicidas.

 

Con esto comprendemos que el bulling debe comprenderse desde dos partes: la del agresor o bully y desde el agredido que sufre bulling.

 

Identificar las señales de suicidio

Ahora bien, para poder actuar de manera oportuna es indispensable identificar que las señales que nos hablan de que el adolescente se encuentra en riesgo. Situación que puede ser sumamente compleja, ya que como sabemos la adolescencia es una etapa en la que se busca la autoafirmación rompiendo con los patrones aprendidos, y por lo tanto, es común que los adolescentes se alejen de las figuras de autoridad como padres, maestros y tutores

 

Conductas como la búsqueda de espacios en “solitario” y realizar actividades independientes por parte de  la familia son “el pan nuestro” cuando se tiene a un adolescente en casa. Aun así, existen ciertas pautas que nos pueden ayudar a atravesar dicho momento.

 

Analizar el entorno en el cual se desenvuelve el adolescente es clave en el momento de la prevención, ya que una vez que se tienen identificados los factores “detonantes” (suelen ser más de uno) es posible intervenir y buscar mediar en la situación.

 

Inicialmente, tendrían que valorarse temas de la Dinámica familiar, la comunicación con hermanos y padres, la presencia de una figura de autoridad con la que exista comunicación y que pueda ser el “punto de apoyo” del adolescente en los momentos difíciles. La presencia de conflictos, violencia física, económica, psicológica o sexual con claridad pueden provocar en el adolescente la sensación de que esta “solo”.

 

En igual nivel de importancia se encuentra la relación con el grupo de pares, ya que los amigos y compañeros escolares son “vitales” en la etapa adolescente ya que representan el grupo de referencia para la formación de la personalidad, hábitos, gustos y costumbres.

 

Bulling y suicidio en la adolescencia:

Los padres y familia debemos estar enterados de las formas de bulling, pues tanto mayor conocimiento tengamos de las situaciones donde se propician estas conductas, existirán mayores oportunidades para evitarlas o pararlas antes que lleguen a consecuencias desafortunadas.

Existe el ciberbulling que consiste en agresión y el uso inadecuado de las redes sociales, telefonía internet, etcétera. El sexting, que manifiesta su agresión a través de fotografías y videos de situaciones privadas e íntimas que se hacen públicas sin el consentimiento de la o las personas. Homofobia que consiste en la discriminación de las personas con identidad de género o de orientación sexual distinta a la heterosexual. Acoso de tipo racista, en esta situación va dirigida la agresión a las minorías étnicas o sociales.

 

¿Cómo detectar a un adolescente que está viviendo situaciones de violencia?

En el que sufre el bulling las conductas así como el estado de ánimo se tornan irritables, tensas, extrañas, tristes,…se aísla, se vuelve asustadizo, olvidadizo, puede dejar de relacionarse con sus amigos, evade reuniones y fiestas, finge enfermedades, tiene la mirada extraviada y comienza a pasar mucho tiempo solo, por lo que es indispensable que los padres se mantengan atentos a cualquiera de estos signos.

 

Adicional a esto, existen otras circunstancias sociales, económicas y sociales que pueden ser tan agresivas y generar un alto nivel de estrés, las cuales también son factores que pueden contribuir a la presencia de ideas suicidas, situaciones tales como vivir en zonas de guerra o de conflicto, con violencia patente, perder a los padres o a seres queridos cercanos, no cubrir las necesidades básicas que incluyen casa, vestido y sustento, son un ejemplo de dichos factores. 

 

En todas estas circunstancias es indispensable mantener un contacto cercano y estrecho con el adolescente, tanto como este nos lo permita, y buscar ayuda especializada ante cualquier signo de los antes mencionados. Vale la pena tener siempre presente que hacer caso a las pequeñas señales puede hacer la diferencia cuando hablamos de evitar el suicidio.

 

La espiritualidad como recurso 

De Cerqueira A. (2011) “Toda persona que se suicida, por lo menos la mayoría de ellas, se suicida para huir del dolor de una situación”. 

 

Recordemos que el adolescente no “apareció” de un día a otro en nuestras vidas, por el contrario, los lazos y relaciones que se trabajan durante la infancia serán clave en la personalidad de vida de cada individuo, por lo que mantener una relación cercana, cariñosa, en la medida que el adolescente lo permita, y sincera, generara un ambiente en donde el adolescente sabrá que ante cualquier eventualidad de la vida puede acudir a nosotros.

 

Fomentar el aspecto espiritual también será clave para los momentos difíciles, no solo en la adolescencia, sino a lo largo de la existencia, ya que como lo hemos vivido de primera mano, existen situaciones ajenas a nosotros, pruebas de vida de las que será imposible aislarse y que requerirán fuerza interna. Cuando un ser humano mantiene la conciencia de que hay una enseñanza en cada una de las situaciones, incluyendo en los momentos difíciles y retadores de la vida, la prueba se asume con otros ojos, con la percepción de que además del dolor “hay algo más” haciendo que la atención, la energía y la conciencia se vuelquen a identificar qué es lo que se tiene que aprender de la prueba, lo que de ninguna manera elimina el dolor, pero lo hace más manejable, entendiendo que hay un motivo más grande para pasar por aquel momento.

 

En el caso de los adolescentes, aunque se encuentren en una etapa de rebeldía absoluta, y este corte con las enseñanzas previas propiciara la existencia de dudas y cuestionamientos sobre las bases espirituales aprendidas en la infancia, sin embargo, es muy común que busquen “retar” dichas enseñanzas poniéndolas a prueba en los momentos difíciles. 

 

Justo en estos momentos, las enseñanzas tradicionales de doctrinas rígidas con figuras de “dioses” que castigan o aprueban el comportamiento de los encarnados, serán fuertemente criticadas, saliendo mal libradas del juicio del adolescente propiciando frecuentemente el abandono y corte con dichas corrientes.

 

En el caso de los adolescentes a los que se les motivó a desarrollar su parte espiritual, donde no se fomentó una doctrina espiritual mediada por premios y castigos, sino que se motivó a reflexionar en la evolución espiritual, en donde la encarnación ha sido planeada para el propio desarrollo del alma, será cuestionada al igual que cada aspecto de la vida, pero tendrá mayores posibilidades de ser de ayuda en momentos difíciles, de cobijar, en momentos sombríos, y de ayudar a ver la luz en la oscuridad.

 

Al ponerla a prueba, el adolescente tendrá herramientas adicionales para enfrentar las situaciones difíciles del mundo, propiciará su reflexión y su evolución personal.

 

Adicionalmente y como padres comprometidos, los adultos que estamos compartiendo el camino con este adolescente también tendríamos el compromiso de revisar el porqué de la prueba, manteniendo una actitud amorosa, observadora de las necesidades, tanto del mundo físico como emocional y espiritual, identificando las situaciones que salen fuera de nuestro alcance y buscando apoyo en cada uno de los aspectos donde percibo y entiendo que “mi” adolescente requiere apoyo, agotando los recursos para ayudar en su camino de evolución personal.

 

“Cuando pudieres, no abandones al hijo impermeable a tus buenos ejemplos y a tus sabios consejos” Por el espíritu Emmanuel, Coraje p.67.

 

Ángeles Guillen y Cecilia Lobato, psicólogas y miembros del Consejo Espírita de México así como de la Asociación Mexicana de Psicólogos Espíritas. 

 

Referencias 

Chico Xavier. (2009). Coraje. Brasil: Mensaje Fraternal.

Alejandro Águila Tejeda. (2012). Suicidio, La última Decisión. México: Trillas.

Alirio de Cerqueira Filho. (2011). Suicidio Falsa Solucao!.Brasil: EBM.

Allan Kardec. (2014). El Evangelio Según el Espiritísmo. Brasil: IDE.

Juan casados Flores, José A. Díaz Huertas, Carmen Martínez González. (1997). Niños Maltratados. Madrid: Díaz de Santos.

M.J. Mardomingo Sanz. (1994). Psiquiatría del Niño y del Adolescente. Madrid: Díaz de Santos.

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