Campo Fértil

Es inútil improvisar puntales regenerativos para forzar el enderezamiento de los árboles que han crecido torcidos. Los puntales sólo aseguran el correcto crecimiento de las nuevas plantas, impidiendo que sus tallos se desvíen del curso correcto.

Así ocurre también con los seres humanos. Después de que las personas consolidan tendencias y las transforman en vicios, que acaban por convertirse en una segunda naturaleza, todo resulta mucho más difícil cuando se están considerando reformas procesales, en un sentido profundo.

Es necesario, por tanto, cuidar de los niños y los jóvenes, plantas en proceso de crecimiento, todavía capaces de ser moldeadas y dirigidas hacia el bien mayor.

En los jóvenes, todavía es posible corregir y compensar los defectos y deficiencias de la infancia, pero en el adulto la tarea de remodelación suele ser mucho más difícil.

Además, la infancia posee insospechados patrimonios de percepción y de pasividad, que facilitan enormemente la misión del educador, de la misma manera que el entusiasmo y la impulsividad de los jóvenes representan potenciales positivos para el adiestramiento de capacidades realizadoras, en régimen de cesión total.

Nada de eso es nuevo, ni tenemos la presunción de decir cosa alguna que no sea bien sabida. Sucede, sin embargo, que nunca está de más alentar a los amigos en su tarea redentora con los Espíritus, que inician su viaje de reencarnación en la Tierra, necesitados de protección y estímulo, de inspiración y dirección.

De todo lo que emprendí en mi última peregrinación terrenal, lo que mejor resultado tuvo para mi, no fueron las reuniones que celebré, con honestidad y audacia, ni los esfuerzos que hice para asegurar al Espiritismo el lugar al sol que la evolución general le había asignado. Era – ¡sí! – Lo que pude hacer por la infancia y la juventud, materia prima que son, del gran futuro de la humanidad.

En mi época de hombre, a menudo soñaba con ver instalado en el mundo un programa activo y eficaz que tuviera como objetivo la educación plena en favor de los más pequeños. Ahora mi corazón se regocija al ver que la Casa de Ismael concreta este hermoso ideal, avanzando a grandes pasos en el campo de la orientación y el apoyo a las nuevas generaciones.

Es evidente que no podremos concebir una Doctrina Consoladora, como el Espiritismo, sin amplios programas de esclarecimento general, sin asistencia solícita y desvelada a los mayores y a los enfermos, sin cuidadoso arsenal de iniciativas en favor de los desesperados y de los asombrados, de los sin techo y de los sin pan. Mientras, la vanguardia del progreso está en las cunas que sustentan el porvenir, en las escuelas que forjan el futuro, en los hogares que definen la calidad de aquello que será el futuro del mundo.

Todos saben esas cosas, y no es sino por eso que se concentran tantos recursos en conducir la mente infantil y las energías de la mocedad para caminos y metas de acuerdo con las pretensiones de aquellos que desean garantizar la victoria de sus ideales, no siempre constructivas y dignificantes.

El hecho es que la Sombra Organizada ha sobrepasado los límites tolerables, en materia de audacia y temeridad, llegando al punto de insuflar esquemas oficiosos de desvirtuamiento del sentido moral de los infantes, a partir de las mismas escuelas primarias, en un desafío abierto a la capacidad del buen sentido de las autoridades y del pueblo de nuestra bendita nación.

Será, por eso, indispensable que los heraldos de la buena lucha no se limiten al esfuerzo constructivo de las buenas acciones, sino que dediquen igual atención a la necesidad de la ilustración pública, no eludiendo su deber de tomar posiciones claras e inequívocas en defensa de la familia en su máxima expresión.

Juntos, seguiremos en esta bendita y productiva lucha, incluso porque seremos los herederos incuestionables de cuanto ahora plantemos en la tierra exuberante del presente.

Mi fraternal abrazo. 

Leopoldo Machado

 

(SANT´ANNA. Hernani T. Correio Entre Dois Mundos. ed. FEB, Rio de Janeiro, 1990, p. 101 a 103.)

(SANT´ANNA, Hernani T., Campo Fertil, REFORMADOR, Rio de Janeiro, v.100, nr.1843,  p. 308, Octubre, 1982)

 

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