
Ana Maria Champloni – Brasil
La Doctrina Espírita, basada en las enseñanzas de Jesús, es eminentemente inclusiva. Cualquiera que sea el fundamento que
escojamos para examinar esta afirmación – científico, filosófico o moral
– encontraremos respuestas afirmativas que darán sustento al argumento.
Cuando Allan
Kardec investiga las observaciones para buscar respuestas a los fenómenos de
las mesas giratorias, y comienza sus estudios con la pregunta “¿Hay
espíritus?”, da inicio a una nueva perspectiva
existencial para el ser humano, perspectiva
esta que nos torna iguales delante del conocimiento de nuestra creación. Hay, en El Libro de los Espíritus, diferentes cuestiones que lo ratifican, como: “Dios creó iguales a todos los
Espíritus” (q. 804); generados de los mismos elementos: “Los Espíritus son la individualización del principio inteligente” (q. 79); con igual objetivo “[…] llegar a la perfección […] en condiciones
de cumplir su parte en la obra de la Creación” (q. 132); regidos por las mismas Leyes
Naturales: “La armonía que rige el universo material y el universo moral se basa en leyes establecidas por Dios desde toda la
eternidad” (q. 616); y teniendo igual condición de
elección, en la misma proporción a su desarrollo moral e intelectual; “En las primeras
fases de la vida, la libertad es casi nula; se desarrolla y cambia de objeto junto con
las facultades.” (q.844).
En la primera cara de esta luminosa figura
multifacética, comprendemos que nuestra existencia está íntimamente ligada a la
justicia y al amor de Dios por nosotros, ya que tenemos como punto de partida
la sencillez y la ignorancia propias del recién nacido.
Sin embargo, de la posibilidad de elección -el
libre albedrío- basada en nuestra propia voluntad, nacen, por así decirlo,
nuestra identidad y singularidad, […]
La diferencia entre ellas radica en la diversidad de la voluntad por la que se
procede, voluntad que es libre” (L.E., q.804), impulsada por las
capacidades y necesidades que se presentan en cada ser, a partir de las
experiencias a las que nos vemos impelidos a vivir.
Esta sería, entonces, la segunda fase a ser observada: la diversidad entre nosotros, que solo se torna plausible por intermedio de la
pluralidad de las existencias conferidas a
cada espíritu “A cada nueva existencia el Espíritu da un paso adelante en la
senda del progreso” (L.E. q.168).
El punto crucial para la comprensión de nuestra propia diversidad
requiere la comprensión de las múltiples reencarnaciones, como estaciones de aprendizaje
y desarrollo del espíritu inmortal. Y además de esta reflexión, hay otra aún más
profunda, la de que las diferencias construidas en un espíritu sólo fueron
posibles porque el de muchos otros estuvo presente, otorgando dinámicas
alternativas a esas experiencias. Esto es lo que nos explica Kardec en El Libro de los Espíritus, en el
comentario a la pregunta 805.
Dios no
creó la desigualdad de las facultades, sino que permitió que los diferentes
grados de desarrollo estuvieran en contacto, a fin de que los más adelantados
pudiesen cooperar en el progreso de los más atrasados, y también para que los
hombres, que se necesitan mutuamente, comprendieran la ley de caridad que debe
unirlos.
Mirando más detenidamente, encontraremos la
tercera parte, situada en la comprensión de lo que significa “más avanzado”
y “más atrasado”. Si mantenemos una concepción pragmática y
cartesiana, no obtendremos las respuestas, pero sí, en cambio, aceptamos una
concepción más flexible y sistémica, la comprensión será más fácil, ya que
tendremos que deconstruir, o mejor dicho, resignificar nuestra visión de cómo
nos relacionamos.
Usaremos dos ejemplos, el del Espíritu Joseph Maître, un sordo-ciego, contenidos
en El Cielo y el Infierno, en
el capítulo VIII, Expiaciones terrestres, al ser evocado en reunión en la ciudad de París en 1863, y el del Espíritu Françoise
Vernhes, ciega, también evocado en París, en mayo de 1865.
La última encarnación solo
fue provechosa para mí. Espero recomenzar
brevemente una existencia en que pueda ser útil a los semejantes,
reparando por ese medio la inutilidad anterior. Solamente entonces adelantaré en el buen camino, abierto a todos los Espíritus de buena voluntad.[…] si mi ejemplo pudiera esclarecer a
algunos de mis hermanos encarnados, de modo de evitar el atolladero en que caí, daré por iniciado el rescate de mi falta. (Joseph Maître).
Sin
embargo, hay personas en la Tierra que pasan por ignorantes tan sólo porque su
inteligencia se encuentra embotada por la expiación. Pero con la muerte se
rasga el velo, y entonces resulta que esos pobres ignorantes suelen ser más
instruidos que aquellos que desdeñaban su ignorancia. (Françoise
Vernhes).
Podemos prever rápidamente que el concepto de
más avanzado y más atrasado está preponderantemente relacionado con las
experiencias intelectuales y morales alcanzadas, y no con los títulos y las
jerarquías; que está ligado a la comprensión de que las conquistas obtenidas
por nosotros sólo adquieren validez cuando son compartidas.
También muestra que estamos vinculados y unidos
por una gran “red” en un movimiento evolutivo constante y permanente
que se produce porque somos diversos, impares y singulares, como dice Léon
Denis en El problema del ser, del destino y
del dolor: “Y en la inmensa obra todos son colaboradores, desde el alma más oscura
hasta el genio más radiante. Una cadena interminable une a los seres en la
majestuosa unidad del Cosmos”. (2015, cap. 18).
Llegamos a la última cara que guarda su esencia
en el gran lema del espiritismo, “sin caridad no hay salvación”.
Lejos de compararse sólo con la beneficencia, la caridad encuentra su núcleo en
la benevolencia, la indulgencia y el perdón (L.E. q.886), valores que nos hacen
más acogedores y responsables, menos individualistas y menos materialistas, más
amorosos y pacíficos, y por tanto más cristianos.
Considerando, también, la postura crística es
importante tener en cuenta la observación del apóstol Pablo en El Evangelio según el Espiritismo (E.S.E
cap XV, punto 10): “Procura, pues,
que tus hermanos, cuando te observen, digan que el verdadero espiritista y el
verdadero cristiano son una misma cosa”.
Si nos permitimos profundizar en la cuestión, llegaremos finalmente a la
conclusión de que sería dispar, una conducta verdaderamente
espírita desconectada de una postura
inclusiva.
Por todo lo ya mencionado, nos quedamos con la
afirmación de Bezerra de Menezes, traída por Kleber Halfeld, en Reformador de
enero de 1992: “El conocimiento
espiritista libera al hombre de supersticiones y prejuicios, porque es
eminentemente racional”, indicándonos y recordándonos que
necesitaremos revisar viejas posturas que nos alejan del legado que abrazamos.
Esta es, pues, una Doctrina de Amor, el Consolador prometido por Jesús, y debemos reflejar a través de nuestras propias
luces, la Luz que ha descendido de lo alto para ayudar a toda la humanidad a
alcanzar cotas más luminosas.
Ana Maria
Champloni es colaboradora de
la Comisión de Inclusión del Área de Infancia y Juventud de la FEB/CFN y del equipo de formación de Evangelización Espírita
Infantojuvenil de la Federación Espírita
Pernambucana.
Referencias bibliográficas
DENIS, Léon. O problema do ser, do destino e da dor. Brasília: FEB, 2015.
HALFELD, Kleber. O dia em que a
dúvida surgiu. Reformador, Rio de
Janeiro: FEB, jan.1992.
KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos. Tradução Evandro Noleto Bezerra. Brasília:
FEB, 2013.
______. O Evangelho Segundo o Espiritismo. Tradução Evandro Noleto Bezerra.
Brasília: FEB, 2013.
______. O Céu e o Inferno. Tradução Evandro Noleto Bezerra. Brasília: FEB,
2013.