Adaptación del Libro Jesús en el Hogar (Adriana Diniz)

Historia nº 4 – “La Semilla”

Érase una vez una semillita llamada Dorotea. Ella estaba viviendo en el plano espiritual e iba a reencarnar con la misión de convertirse en un árbol fructífero y dar buenos frutos para la humanidad.

Varias amiguitas de Dorotea iban a reencarnar junto con ella y cada una con su misión. Unas iban a dar flores para embellecer y alegrar jardines, plazas y calles de las ciudades, otras iban a proporcionar sombra y otras, como Dorotea, iban a dar frutos suculentos y sabrosos para alimentar a las personas y a los animales.

Todas estaban siendo preparadas para volver a la Tierra y recibían clases y consejos de los espíritus protectores.

El Espíritu Protector de Dorotea percibiendo que ella estaba muy afligida y preocupada con la proximidad de su nacimiento, llama a Dorotea para una conversación.

– ¿Qué ocurre con mi querida semillita? Este debe de ser un momento de alegría y no de preocupación.

– Es que tengo miedo, la tierra es tan oscura y yo soy tan pequeñita. ¿Crees que voy lograr crecer y dar buenos frutos?

– ¡Oh! Mi querida, no es necesario tener miedo, nosotros sabemos que no será fácil, habrá dificultades, sí, pero todas podrán ser superadas con ánimo, trabajo y fuerza de voluntad. Además de esto, tú jamás estarás sola, podrás contar con la luz del sol que calentará la Tierra, contar con los nutrientes realizados por nuestros amigos gusanos y con el agua de lluvia que te va refrescar, matar tu sed y ayudar en tu crecimiento.Todo va depender de tus actitudes, tus elecciones. Cuando te desanimes, recuerda que no estás sola, Dios jamás te abandonará.

Aquella conversación con su Espíritu Protector ha calmado a Dorotea y la ha dejado mucho más tranquila y feliz. De este día en adelante Dorotea pasó a esperar ansiosamente por el día de su nacimiento.

Hasta que llegó el gran día y todas las semillitas fueron tiradas en la tierra.

Cuando Dorotea despertó, se vió en una oscuridad profunda y muy despacito empezó a moverse para lograr atravesar la tierra y crecer.

Sintió el calorcito del sol, la lluvia mojando su cuerpecito de semilla y comió los nutrientes que le fortalecían y hacía que sus raíces crecieran fuertes y saludables.

Pero las dificultades también aparecieron. Ella encontró piedras en medio de la tierra, espinos y hasta algunos bichitos que querían comer sus raíces.

En esos momentos, ella se acordaba de los consejos de su Espíritu Protector y seguía, no se dejaba abatir y poco a poco iba superando todos los obstáculos.

Hasta que en un bonito día de primavera ella logró salir a la superficie y nacer en la tierra, vio la luz del día, vio a varias otras plantitas. ¡Qué alegría!

¿Pero no sabes qué ocurrió? De repente apareció una serpiente muy gruesa, se arrastraba, creo que era una boa, y pasó por encima de Dorotea, rompiendo su pequeña rama, pero ella volvió para dentro de la tierra, recuperó sus fuerzas, pues sus raíces se hicieron más fuertes y creció de nuevo, y ella se puso muy feliz al ver otra vez la luz del sol, pero no se deslumbró, se quedó muy atenta y vigilante, si llegara a aparecer otra serpiente ella se tumbaría en la tierra y fingiría estar muerta hasta que la serpiente se fuera.

Dorotea fue creciendo, creciendo y se transformó en un lindo árbol fructífero, ¿Sábes de qué fruta? (Dar una fruta que tenga en casa para que el niño pruebe).

Dorotea vivió muchos, muchos años, proporcionando frutos sabrosos para la humanidad. Hasta que un día, ya muy viejecita, ella murió, y volvió feliz con su misión cumplida en el plano espiritual a la espera de una nueva oportunidad.

Traducido por Roberta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *