Luciana Medeiros
Brasil

Alegría, tristeza, apatía, curiosidad… ¿Qué sientes ahora mismo?

Cuando nuestros sentimientos se mezclan y confunden, puede haber muchas influencias que los originan. Entre ellas, la ilusión por lo que imaginamos tener y controlar, la ansiedad por el momento siguiente o el desencanto por lo que consideramos perdido, ya sea tiempo, personas, cosas materiales e incluso seguidores de redes sociales. Y todo esto puede causarnos mucho sufrimiento.

El sufrimiento, ya sea físico, emocional o espiritual, es siempre un dolor y todo dolor promueve una búsqueda natural para que éste termine. Necesitamos alivio y, en un mundo cada vez más virtual e instantáneo, cuando esto no sucede rápidamente, nos sentimos frustrados y la vida parece perder su gracia, su significado, su color.

¿Será que, a la velocidad con que todo sucede a nuestro alrededor y con una mirada cada vez más superficial e inmediata de las cosas y las personas, así como sobre nosotros mismos, ¿podemos discernir lo que realmente importa vivir?

Pensar en la vida espiritual es muy importante. En la pregunta 136 de El Libro de los Espíritus (1), Kardec pregunta: “¿Qué sería de nuestro cuerpo si no tuviera alma? Y el Espíritu de la Verdad responde: “Simple masa de carne sin inteligencia, lo que queráis, menos un hombre. ”

El cuerpo físico sirve de envoltura al alma para que pueda, a través de la reencarnación, vivir experiencias que contribuyan a su progreso espiritual. Las necesidades del cuerpo deben ser satisfechas para que cumpla este propósito divino, pero no deben ser el propósito de nuestra vida, porque no es para eso que nuestra alma lo habita.

Si no satisfacemos las necesidades evolutivas de nuestra alma, ¿cómo nos sentiremos espiritualmente?

El punto de vista esencialmente materialista difícilmente puede ver los sufrimientos del mundo en perspectiva, comprenderlos y darnos consuelo y esto nos puede llevar a un estado de melancolía, al que debemos prestar atención.

El Espíritu Francisco de Ginebra, en El Evangelio según el Espiritismo (2), nos habla de la necesidad de afrontar la melancolía, porque ésta es un estado de ánimo influido por la importancia que le damos a las cosas materiales o lo que satisface el egoísmo y el orgullo, en lugar de preocuparnos por nuestra misión en el mundo.

Por la medicina actual, la melancolía es considerada un estado de ánimo persistente, manifestado por apatía generalizada, desánimo, inercia, aburrimiento, y puede comenzar por un simple abatimiento, llevando a un estado de tristeza más profundo y culminando en depresión.

Las sensaciones presentes en la melancolía pueden minar las ganas de vivir y por lo tanto deben ser combatidas. La atención debe ir mucho más allá de los medicamentos y la necesidad de un seguimiento médico multidisciplinario.

Al respecto, nuestro amigo espiritual Francisco de Ginebra nos advierte que, estando encarnados, es natural que diferentes sentimientos afecten nuestro estado de ánimo, aunque no comprendamos inmediatamente por qué. Sin embargo, debemos estar atentos a las posibles causas, ya que interfieren en la forma en que vivimos, en cómo nos relacionamos e incluso en la forma en que apreciamos las cosas y la importancia que les damos.

Nos recuerda que el deseo de felicidad y libertad es natural para cualquier ser humano, pero solo se pueden lograr cuando cumplimos el propósito de nuestra reencarnación y si, al liberarnos del cuerpo físico, estamos en paz con nuestra conciencia, de acuerdo a los compromisos asumidos en nuestra planificación de reencarnación.

No tiene nada de malo buscar el sustento diario, trabajar por el bien del mundo y utilizar la tecnología, así como buscar la alegría con amigos y familiares en los momentos de ocio. Pero, ¿somos conscientes de la cantidad de energía e importancia que dedicamos a estas cosas en detrimento de lo que interesa para nuestra evolución y la de todos los que nos rodean?

Sin la debida atención a nuestra forma de vida, es posible que estemos satisfaciendo más las demandas del cuerpo físico que los beneficios que nuestra alma podría extraer de estas experiencias.

¿Estamos viviendo con alegría y esperanza, soportando sin remordimientos los desafíos que nos presenta la reencarnación, con fe en Dios y en su propósito para nosotros?

La forma en que nos esforzamos por cumplir con nuestros deberes espirituales con la familia y la sociedad, si estamos desarrollando el amor por los demás y aprovechando las experiencias de la reencarnación para evolucionar moralmente, nos muestra en qué esfera vive nuestro pensamiento y nuestro corazón. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Lc 12,34)

Por eso, desarrollar el autoconocimiento con valentía y dedicación, hacer que las enseñanzas de Jesús y el Espiritismo ilumine nuestra conciencia es fundamental en nuestra vida, no sólo para ayudarnos a descubrir la causa de nuestro estado de ánimo, sino principalmente para reconocer qué tipo de felicidad estamos buscando, comprender nuestros sentimientos y dirigir mejor nuestra vida, para que nuestro estado de ánimo sea de paz y de conciencia tranquila.

 

 

Bibliografía:

  1. El Libro de los Espíritus, pregunta 136.
  2. Francisco de Ginebra, El Evangelio según el Espiritismo, Capítulo V – Bienaventurados los Afligidos, Instrucciones de los Espíritus.

Traducido por Marta Ortega

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