
Los altos índices de la actual delincuencia infantojuvenil cada día más
preocupantes confirman el fracaso de la cultura, en vista del problema desafío
que se convierte en azote, vigorosamente aplicado en la cultura humana.
El menor carente que asume un comportamiento antisocial, es la punzante
víctima de los desequilibrios que sacuden las estructuras de la comunidad
terrestre.
Los estudios sinceros que pesquisan las causas del niño abandonado, no
deverian detenerse apenas en los factores socioeconómicos, sociopolíticos,
encargados de los éxodos de los campos y por consecuencia la densificación en
masa de los centros urbanos; los subempleos y trabajos temporales; las chabolas
promiscuas e insalubres; la ignorancia; el sexo sin responsabilidad o también
el desamor que se difunde en toda parte, haciendo las criaturas indiferentes a
los problemas y necesidades más primarias y más urgentes de su prójimo.
Este drama no es apenas de un pueblo, si no de la mayor parte de los
países que constituyen la humanidad.
No es una resultante exclusiva de la miseria económica, desde que el
menor en ausencia moral es encontrado en lo que se llama sociedades
acaudaladas, presentando las llagas corrientes de la situación en la que se
encuentran.
Ciertamente, la cuestión requiere un examen más profundo, con la
finalidad de que se encuentren soluciones adecuadas. Todavía, en cuanto se
pueden aplicar los recursos especializados, se debe intentar la experiencia del
amor, considerándose la grave ocurrencia como de todos, tal y como es, y no
solamente de los administradores y gobiernos.
Toda y cualquier aplicación en favor del niño carente hace una inversión
de multiplicadas bendiciones.
Inútilmente serán tomadas medidas para sanar la violencia y la
agresividad sin que incidan en infelices actitudes idénticas, sin lograr nada
en relación al futuro que se planea sombrío.
La terapia deberá ser preventiva, impidiendo el contagio del crimen,
antes que la punición con ira en contra de quien se presente intrínsecamente
enfermo.
La obra no puede ser realizada sobre la conmoción de los torpes
acontecimientos que manchan en los periódicos sensacionalistas y se multiplican
en la calle y domicilios del mundo. Antes, se examina con los sentimientos de la piedad fraternal y de la solidaridad
que todos nos debemos unos a los otros y que es un grave compromiso para con
las nuevas generaciones.
La super abundancia de unos que se responsabilizan por la miseria de
muchos, no debe esperar que sus víctimas se rebele, tomando por la furia del
odio lo que es debido por el natural impositivo del amor, sin que se caiga en
sus bases, los patrimonios culturales, éticos y sociales alabados de la
actualidad, adquiridos en los hogares en el largo suceder de los milenios
vencidos.
Lo más valioso emprendimiento humano es el amor, y la más elevada
conquista de la vida es el hombre en su proceso de evolución, en dirección de
la Vida.
En cada delincuente de ahora se encuentra, desesperado, el menor que fue
regalado ayer a su propia suerte.
El porvenir de la Humanidad futura ocurrirá del tratamiento que sea
deferido al niño de hoy.
No solamente es justo destruir el crimen, sino también trabajar para
erradicar en sus nacientes; ni apenas injuriar en contra de los errores de la
sociedad, dejando de contribuir efectivamente para impedir la proliferación
hasta extraerlo del organismo social.
La cuota a ofrecer al menor carente es parte de la deuda que todos
tenemos para con el florecer del porvenir.
Todos los ciudadanos, religiosos o no, se encuentran convocados a la
cruzada del amor, en favor del niño carente y nadie se puede excusar con el
pretexto de no disponer de recursos para contribuir.
El simple querer ayudar ya es de relevante validez, iniciado por el acto
simpático de sonreír para un niño y dignificarlo con atención, ofreciendo una
palabra amiga, al mismo tiempo esforzándose por fomentar en sus consecuencias
el respeto por el hombre del futuro, trabajando, solos o en grupo, con el fin
de que luego llegue el día en que el culto de amor al prójimo no sea ejercicio
por el miedo de ser víctima de aquellos que en negligencia y/o egoísmo tengan
victimado.
Amor hoy y socorro también.
Prevención del mal ahora con acción simultánea.
El menor, en la miseria, que espía el adulto en la grandiosidad, tarde o
temprano va buscar, infelizmente por métodos erróneos, lo que nos cumple donar
por el sentimiento correcto del bien.
Todos tenemos derecho en la comunidad humana, al mínimo que sea, para
vivir con decencia y libertad. Negar tal condición es conspirar en contra de la
felicidad del prójimo y la propia paz, ahora o después.
Hagamos nuestra parte, por menor que parezca, iniciando esta cruzada de
amor, que viene siendo postergada, y que al no ser realizada nos llevará a
rutas de sufrimiento y soledad por negligencia e insensatez.
Hoy brilla la luz de la hermosa oportunidad que se transformará en
bendecido sol del mañana, con el fin de que la oscuridad del mal se alejen
definitivamente de la Tierra, teniendo perpetua claridad de paz en las mentes y
en los corazones.
BENEDITA FERNANDES
(Página psicografiada por Divaldo Pereira Franco, en Araçatuba, SP, en
la residencia de Célia y Cesar Perri, en el día 20/11/1979. Publicada en
“Dama da la caridad”, de autoría de Antonio Cesar Perri de Carvalho,
1a.ed., 1982).
Texto traduzido para el
español por: Roberta Rodrigues