Allan Kardec, uno de los más extraordinarios pedagogos jamás conocidos, desde los inicios del Espiritismo, buscó llamar la atención sobre los efectos benéficos que las enseñanzas doctrinales tienen sobre el espíritu reencarnante, especialmente durante la infancia. En consecuencia, el educador espírita juega un papel fundamental para que los niños puedan asimilar correctamente las enseñanzas.

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