Vivir en un mundo pacífico, con paz en nuestros hogares, familias y relaciones, es un deseo compartido por muchos que requiere esfuerzo y paciencia. La familia es la cuna en la cual la paz debe de ser practicada y cultivada, pero, ¿esto es posible, considerando tantos desafíos? Sí. Este artículo proporciona informaciones e ideas sobre cómo podemos promover la paz en nuestra familia y en la sociedad.

Bernadete F. Leal 
EUA

 

Vivir en un mundo pacífico, con paz en nuestros hogares, familias y relaciones, es un deseo compartido por muchos. Entretanto, alcanzar este estado de paz requiere esfuerzo y paciencia, pues no puede lograrse de la noche a la mañana. Precisa ser cultivado y desarrollado a lo largo del tiempo, como una semilla que necesita de agua y luz para crecer.

 

La base de la paz tiene su orígen en el hogar, con padres e hijos trabajando conjuntamente en la construcción de un ambiente pacífico. Lamentablemente, casos de violencia, relaciones abusivas, faltas de respeto, gritos y agresiones, son muy frecuentes dentro de los hogares. Cuando los niños son expuestos a tales comportamientos, la tendencia es a reproducir esos patrones dentro de la sociedad y en sus relaciones. 

Muchos niños que muestran comportamientos agresivos, están intentando comunicar un mensaje o fueron expuestos a violencia a través de juegos, películas o individuos. Los niños son altamente impresionables y absorben como esponjas aquello que hay en su entorno, imitando la conducta que observan en casa y aprendiendo de las personas y del ambiente que les rodea.

 

Un método eficaz para instruir a los niños sobre cómo tener un comportamiento pacífico, es mostrarles métodos positivos para lidiar con situaciones estresantes y conflictos. Una excelente técnica para conseguir esto es a través de ejercicios de reflexión, en los cuales pueden expresar verbalmente sus procesos de pensamiento, sus emociones y los pasos necesarios para resolver una situación. Por ejemplo, el padre dice: “Me estoy sintiendo muy molesto en este momento; necesito caminar y respirar profundamente para calmarme antes de lidiar con esta cuestión”. Después de explicar, se deben de tomar medidas para dar ejemplo animando al niño a practicar de esta manera.

 

El primer paso hacia una solución pacífica implica la determinación de tratar el problema de forma constructiva y empática. No siempre se estará de acuerdo con la perspectiva del niño, por ello es esencial comprometerse a lidiar con la situación sin recurrir a gritos, violencia, rabia o menosprecio. Si por el momento, esto resulta difícil de conseguir, entonces, haga una pausa, respire hondo, y siempre ore pidiendo fortaleza y sabiduría para hacerse con la situación. Jesús fue un modelo asombroso cuando calmó el mar, diciendo a las aguas en Marcos 4:39: “¡Calla, enmudece!”. Este es un buen mantra para repetir cuando estamos estresados.

 

Recuerde que la solución inmediata de todos los problemas con nuestros hijos no es siempre viable. Sin embargo, podemos dar un primer paso hacia la paz, reconociendo sus emociones sin juzgar. Se trata de ver al niño con empatía y comprendiendo que está en un nivel particular de desarrollo emocional y que la situación puede ser difícil, tanto para los padres como para el niño.

 

El ego puede, en muchos casos, obstruir nuestra capacidad de permanecer en calma, llevando a la frustración. De otra manera, si observamos la situación desde la perspectiva de la vida eterna, el problema en cuestión se torna más fácil de lidiar. Es como ver una ciudad desde lo alto de una montaña y percibir que parece menos imponente desde la distancia. Lo que a menudo olvidamos es que nuestros hijos, sin duda, progresarán, independientemente del resultado de la situación actual, si no en esta vida, entonces lo harán en muchas otras.

 

Es esencial reconocer que Dios y nuestros guías espirituales están constantemente trabajando con nosotros y ayudándonos, particularmente en tiempos difíciles. Cuando enfrentemos dificultades, tratemos de enfocarnos en las bendiciones de la vida. En el Capítulo 9, ítem 7 del Evangelio Según el Espiritismo, tenemos: “La vida es difícil, ya lo sé. Se compone de mil frioleras que son otros tantos alfilerazos que acaban por herir. Pero si estamos atentos a los deberes que se nos han impuesto, a los consuelos y las compensaciones que por otra parte recibimos, entonces habremos de reconocer que las bendiciones son mucho más numerosas que los dolores.”

 

Vamos, pues, a reforzarnos al máximo para cultivar una mentalidad y un comportamiento pacífico a lo largo de todos los aspectos de nuestras vidas. Para alcanzar la paz externa, debemos primero cultivar la paz interior. Educar a los niños sobre la importancia de la paz y ser un modelo de comportamiento pacífico son pasos integrales en dirección hacia este objetivo. Como Albert Einstein afirmó  apropiadamente: “ La paz no puede mantenerse por la fuerza; solamente puede alcanzarse por medio del entendimiento”. 

Sobre la Autora:

Bernadete F. Leal, es maestra en Ciencias de la Educación y profesora en California, EUA, colabora desde hace más de 25 años en la divulgación del Espiritismo en los Estados Unidos a través de artículos, videos, cursos y conferencias. 

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